¿Medio siglo lleva el mundo celebrando el Día de África y todavía Revista Kalós no se había unido?

día de áfrica Uma Thurman y John Travolta bailando junto a una máscara africana en Pulp Fiction (Quentin Tarantino; 1994)

Así es, pero no hay congoja porque creo que aún estamos a tiempo. El 25 de mayo de 1963 se formó la Organización para la Unidad Africana a partir de la reunión de 32 líderes de estados africanos. Hoy en día se denomina Unión Africana y son 55 los países que la conforman. Y hoy también nos subimos al rebufo de las celebraciones.

Como bien sabes en Revista Kalós somos pesadicos con los temas culturales, así que seguro que adivinas hacia dónde van a ir estas líneas… ¡Allá va un pequeño homenaje a las artes africanas en la ciudad de Zaragoza!

Cada año los distintos países africanos van dando mayor visibilidad a sus creaciones locales a nivel nacional e internacional. Hay que admitir que la capital aragonesa no es la mejor localidad del mundo para asistir a este espectáculo, pero te aseguro que tiene mucho más de lo que piensas. ¡Palabra!

Además de conciertos, exposiciones, proyecciones o artistas invitados que hemos tenido en la ciudad, actualmente puedes ver un pedacito de arte africano en multitud de circuitos. Aquí van unas pistas de algunos ejemplos: un museo, una galería, un anticuario o simplemente en la calle. ¿Localizas alguno a los me estoy refiriendo?

Noire et Blanche, 1926

Retrato de Kiki de Montparnasse. Fotografía de Man Ray (1929).

Vamos a empezar por este último, que si bien de forma no exclusiva, puedes encontrar en la vieja cita matutina de los domingos en San Bruno. Lo hallamos entre puestos de magdalenas, pinturas, juguetes, bisutería, relojes antiguos y otros tantos artículos que se exponen junto a la vista más bonita de La Seo zaragozana. Se trata de uno de los habituales del centro de la plaza, y tiene un amplio repertorio de lo que asociamos de forma casi inmediata cuando alguien menciona “arte africano”. No hace falta dejar mucho tiempo para que te devanes los sesos; seguro que has acertado: máscaras.

Sin duda, parece la creación africana más típica, pero la cuestión es por qué se piensa precisamente eso. ¿No hay nada más? Las máscaras y las esculturas generalmente se llevan la palma, y efectivamente llevan siendo trabajadas por numerosísimas culturas desde hace siglos, pero aviso a navegantes: las producciones del continente vecino abarcan una variedad mucho, muchísimo mayor. Desarrollan la performance, el videoarte, el arte corporal, la instalación, las artes plásticas y un largo etcétera. No hay de qué sorprenderse, hablamos de un arte post-colonial desarrollado en una vastísima extensión que por lo tanto da lugar a un volumen creativo tremendamente diverso. Pero no vamos a meternos en ese maravilloso e inabarcable berenjenal contemporáneo, sino que nos vamos a quedar con esa máscara tribal que nos venía a la cabeza con la idea de arte africano.

Fotografía de bailarín Mende con máscara Sowei

Fotografía de bailarina Mende con máscara Sowei representando el ideal de belleza (Sierra Leona).

Vamos a echar un poco de culpas a Picasso y un minoritario séquito de artistas de las Vanguardias históricas. Digo un poco porque hay que reconocer que antes que ellos la etiqueta de “arte” estaba muy lejos de ser colocada para designar un objeto africano. Este simpático grupo de artistas occidentales de la primera década del siglo XX fue pionero en la valoración de las creaciones africanas, eso sí, como objetos primitivos. En la ensalada de objetos paganos admirados, además de africanos, entraban oceánicos, precolombinos o prehistóricos, todos ellos entendidos como muestras de pueblos con un grado de desarrollo inferior.

Cuchara de madera para el arroz. Cultura Dan, Liberia.

Cuchara de madera para el arroz. Cultura Dan, Liberia.

Esta ingenuidad y simplicidad inspiró a algunos de los grandes del arte moderno occidental. Nunca mejor dicho, las piezas africanas pasan a ser una “máscara”, sin identidad, historia ni contexto. Por tanto se trata de una perspectiva colonial basada en formalismos, interesada en una determinada y no contenido. Y en esta lotería el tipo de producción que resultó más familiar a ojos occidentales fue el de las máscaras y esculturas. No se interesaron igual por la cuchara de comer, la muñeca de la niña o la máscara ritual de fibras vegetales que cubría enteramente la cabeza del bailarín, muy distinta a la concepción habitual que tenemos de lo que es una máscara. Sobra decir que todavía somos herederos de este canon de arte africano.

Las artes africanas están hoy llamadas a un proceso de empoderamiento. Es hora de acabar con el sentido pasivo de su apreciación y pasar valorar las creaciones por su valor intrínseco. Porque es estupendo que nuestro querido Picasso admirase las tallas africanas y se inspirase en ellas, pero estas culturas tienen una identidad y sus obras tienen una historia propia que contar. El ombligo de Europa sigue ahí todavía repleto de atentos observadores, así que dale un garbeo a tu mirada.

Interior de la exposición de la Galería Ricardo Ostalé en julio de 2017

Vista de la Galería Ricardo Ostalé en julio de 2017.

La siguiente parada que te recomiendo encarecidamente que hagas en Zaragoza es la Galería Ricardo Ostalé. Como ya pudiste leer aquí, las obras africanas conviven en la Galería con otras precedentes de muy distintos contextos. ¡Una nueva dosis perfecta para los prejuicios! Para empezar, cuenta con una maravillosa variedad tipológica que nos demuestra la diversidad de objetos mencionada. En segundo lugar, el repertorio procede de muy diversas culturas y cronologías, rompiendo con la concepción de África como única identidad cultural detenida en el tiempo, sin devenir histórico. Por último, cada obra responde a una funcionalidad concreta, que desde luego no suele ser meramente decorativa sino que acostumbran a tener un carácter utilitario o ritual. Los objetos han sido adquiridos y traídos por el galerista en sus viajes, por lo que si te asaltan dudas seguro que él mismo te podrá revelar su sentido. Y no dejes de hacer una visita periódica para no perderte las nuevas adquisiciones.

Vista de la Galería Ricardo Ostalé en julio de 2017

Interior de la exposición de la Galería Ricardo Ostalé en julio de 2017.

Sin moverte del Casco Histórico encontrarás Antonio Gajón Anticuario. Si no te habías fijado ya, el establecimiento cuenta con antigüedades de muy diversa índole pero también se atreven a trabajar con una pequeña selección de arte africano. Son ejemplo de ello las muñecas Akua’ba que probablemente encontrarás junto al mostrador. La cultura Ashanti, ubicada en Ghana, realiza estas estilizadas tallas para las niñas. La madera que generalmente se utiliza en las creaciones africanas suele ser blanda y ligera por un mero sentido práctico, ya que así el tallado es más fácil y las piezas son más cómodas para llevar. Sin embargo se suele tener la errónea concepción de uso de maderas duras como el ébano. Vamos, como quien lleva una bomber decorada con garzas o flores de sakura: son productos de exportación adaptados al gusto extranjero.

Muñeca Akua'ba de la cultura Ashanti (Ghana)

Muñeca Akua’ba de la cultura Ashanti (Ghana).

Durante el parto las madres Ashanti suelen usar estas figuras para propiciar la maternidad. Luego las muñecas las usan las niñas como juguete, portándolo a la espalda y responsabilizándose del mismo como las madres con sus bebés. Su función no parece alejarse tanto de los cotidianos Nenucos, pero formalmente siguen un particular canon estético que esperan que sea transmitido a la niña portadora de la muñeca. Destaca la redondez de la gran cabeza en formato de disco, donde se representan de forma muy simple rasgos, escarificaciones y adornos, realizados en ocasiones con cuentas de colores. Y lo que nos puede parecer más chocante con nuestra mirada occidental: rostro y cuerpo se unen por unas anillas, que no son collares, sino representación esquemática de pliegues de grasa en el cuello que responde a los patrones de belleza Ashanti.

Obras del artista Pierre Louis Geldenhuys expuestas en La dualidad visual del origami

Obras del artista Pierre Louis Geldenhuys expuestas en La dualidad visual del origami.

Y para despistar, la última parada propuesta en este recorrido por Zaragoza es en la Escuela Museo Origami de Zaragoza. Su actual exposición temporal acoge la obra del sudafricano Pierre Louis Geldenhuys. La dualidad visual del origami se ubica en las tres últimas salas donde se disponen las obras del diseñador. Las creaciones textiles se han realizado mediante plegados geométricos parejos a los utilizado en origami con cuya repetición se crean distintos diseños elaborados con seda salvaje, tafetán o batik, tejido realizado en Mali y Ghana mediante un laborioso proceso. Cada obra está dotada de un cuadro de luz que aporta un efecto cambiante constante a las obras a través del encendido y apagado del mismo. De esta forma se enfatizan los dobleces, brillos y trama del textil, apreciando así todas las cualidades

En general los tejidos tienen una gran importancia en África, donde se encuentran telares ancestrales que todavía sigues vigentes en la actualidad. El material, el color, las formas y los motivos de las telas marcan además un estatus social. Si bien esta característica nos resulta familiar en Occidente, donde la vestimenta juega un papel definitorio en cada persona, en algunas culturas el lenguaje decorativo va más allá: son un medio de transmisión del saber y cosmovisión de cada pueblo. Por ejemplo, en la cultura Ashanti, creadora de las muñecas Akua’ba, los motivos ornamentales estampados en las telas adinkra son en realidad proverbios simbólicos o aforismos con un significado concreto.

Saliendo de la circunscripción zaragozana tenemos otras paradas interesantes, como ocurre con Huesca. Merece la pena un viajecito al Centro Cívico Santiago Escartín Otín antes del 31 de mayo de 2018 para escupir algunos prejuicios con la exposición Ver Áfricas, desde el arte africano.

¿Y el resto de oferta cultural africana? Esos estupendos deberes los tienes a la vuelta de la esquina, pero te toca hacerlos solo.

 

Imagen superior: Uma Thurman y John Travolta bailando junto a una máscara africana en Pulp Fiction (Quentin Tarantino; 1994).

 

Raquel Monteagudo

Redactora de la Revista Kalós