Despersonalización bajo la mirada de Jean Luc Godard

Jean Luc Godard y Ana Karina /1960 Despersonalización bajo la mirada de Jean Luc Godard

Jean Luc Godard, además de ser uno de los cineastas más importantes, logra que el cine exprese su verdadera naturaleza. El cine inventa y crea imposibles, juega con el tiempo, distiende el lenguaje, hace visibles fuerzas creativas. La obra de Godard logra unir todos los elementos pues como dice Bergson a propósito del sentido, «uno no conoce o se adentra poco a poco en él, al contrario, uno se instala de golpe en él»; por ello el lenguaje y lo sonoro son medios para instalarnos en este sentido que el cine hace posible.

El poder infinito que se llega poseer sobre el discurso puede crear nuevos mundos. Godard sabe apropiarse muy bien de éste para hacer del lenguaje más que solo un medio significante, logrando hacer de él una totalidad que permite expresar el tiempo y las imágenes reflejadas en el cine.

El cine desde su aparición ha causado gran impacto por ser una forma creativa que vincula el movimiento y el tiempo, pero, sobre todo deshace las relaciones semióticas significantes abriendo así posibilidades infinitas de la interpretación. El tiempo deja a su paso las huellas de aquellos que han marcado la historia del cine, los que aun la marcan y los que la seguirán marcando. Dentro de la obra de Godard se aprecia de manera recurrente la despersonalización del YO, es decir, su creación no parte de premisas dominantes. En ese sentido es libre porque crea desde lo otro, usando en su filmación los anonimatos, logrando afirmar su propio devenir anónimo y se muestra como ejercicio inventivo.

Por ello su proceso creativo resulta transgresor dentro de la tradición del cine moderno porque quiebra la composición binaria. Godard crea desde la destrucción cinematográfica y como resultado deja ver un cine que se subvierte en otro mundo. Jean Luc Godard es uno de los cineastas que crean una re-significación dentro del discurso y dentro de la imagen cinematográfica, logrando quebrar las construcciones ascendentes establecidas dentro del cine suplantándola por un derrumbe a la composición que permite entender su ejercicio creativo como una deconstrucción cinematográfica, hecho que vuelve a su obra partícipe de un aparecer transgresor al no caer en las lógicas binarias cinematográficas.

Godard afirma una creación oscilante en los bordes del cine, ser el ya pero todavía no. Se posiciona en el torso de la creación y no cierra sus posibilidades a un solo orden, más bien su labor es un constante proceso de hacer, correr, luchar, amar.

Su obra permite afirmar una creación cinematográfica y discursiva que revela un contra significado que se aprecia en los aspectos de sus filmes. En estas líneas se concentra la atención sobre el discurso amoroso-social como muestra de subversión que denota un significado diferente tanto del término, así como de la experiencia propiamente.

Dentro del filme «Une femme est une femme» surgen dos ideas: el amor y la crítica social. Lo primero es considerar el amor como Afecto dentro de la filosofía, retomándolo como una posibilidad, un devenir para el ser amado, posicionados desde la interpretación deleuzeana, que si bien resulta bajo la categorización de una idea es una idea dotada de poder hacedor. En este sentido el Amor como afecto es aquello que brinda posibilidad al ser amado; al otro, la pregunta es: ¿Cómo se efectúa dicha operación dentro del discurso de Godard? ¿Por qué podríamos entender el amor como algo transgresivo dentro de la pantalla?

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Escena de «Une femme est une femme», Anna Karina y Jean Claude Brialy (1961).

El amor dentro del filme se presenta como una totalidad que le brinda posibilidades a Angela y Emile, en el discurso se afirma que ambos piensan que todo saldrá bien porque se aman el uno al otro a pesar de las complicaciones que puedan surgir. La idea del amor se hace presente como la posibilidad de devenir para el ser amado en el momento del encuentro; el amor aparece como efectuación que ausente se hace presente. Godard hace su obra desde la despersonalización usando siempre la transgresión como autora principal, hecho que revela la contrariedad entre su obra y el cine moderno de su época. Su creación parte del incógnito, afirmando en la pantalla un devenir otro que muestra una salida a los discursos establecidos dentro del cine, resituando la composición desde la desestructuración del lenguaje, logrando mantener la amalgama, pero al mismo tiempo la autonomía del movimiento y el tiempo.

El discurso amoroso en Godard muestra la comprensión y aún más la expresión de este Afecto que goza y posee una naturaleza tan incierta e inusual en el ser. El filme citado muestra de manera muy ordinaria la vida de una mujer y su amado, una relación cotidiana y común, pero siempre enmarcando la intención amorosa desde las peleas. Los encuentros y la simetría que se crea entre ellos hacen así énfasis en el éxtasis del amor, y además se evidencia en su forma de comunicarse sin lenguaje, que resulta paradójica en la obra.

Dentro de la esfera cinematográfica es una película bastante atrevida porque hace visibles ciertos temas sociales desde la comedia, pero sin olvidar la crítica que gira en torno a una relación amorosa.

Se exalta la fecundidad, el anhelo de la mujer por tener un hijo y la negación latente. Frente a esta idea, al considerarla como algo imposible, entra en juego la subversión que Godard utiliza en su construcción cinematográfica. La mujer es stripper y trabaja en un cabaret, las imágenes dentro del mismo siempre están ambientadas con la esencia infantil, haciendo una crítica ante las concepciones establecidas sobre el ambiente en donde debe desarrollarse un niño, siendo el cabaret escenario normal para este. Logra transgredir las barreras convencionales mostrando una oposición como sátira hacia las clases sociales y a las familias consideradas normativas, haciendo notar que esas ideas son de una sociedad enajenada por el capitalismo en donde nada está bien si no posees lo suficiente. El cineasta francés logra desarticular la lógica binaria del se debe y abre la posibilidad a una perspectiva alterna bajo líneas de fuga que no siguen un orden; existen y se crean en la acción, pero no solo muestra la fecundidad desde otra perspectiva, sino que articula una crítica social en torno a las condiciones que han sido creadas desde el seno del desarrollo humano.

Escena de «Une femme est une femme», Anna Karina en el cabaret en alusión a la carga social (1961).

La intención de Godard como cineasta se hace presente en la totalidad de su creación, desde la concatenación con lo sonoro que evoca una distopía en la que se desenvuelve la vida humana, haciendo de los sonidos un compás para la imagen. Cabe destacar que dentro del plano del arte no se trata de imitar. Evidenciar la esencia es mostrar el bloque de Afectos en una obra que será experimentada para lograr captar las fuerzas que se hacen presentes, en este caso en una película. Godard lo logra con el uso del color exaltando los tonos cálidos y saturados dentro del cabaret, captando las fuerzas del deseo, de la pasión, pero al mismo tiempo logran ese toque de comedia que se presenta en todo el filme. Por otra parte, lo sonoro conduce hacia una visión pintoresca de lo que acontece, «Así como la música debe hacer sonoras fuerzas insonoras, y la pintura fuerzas invisibles».

El cine envuelve lo sonoro y lo visual creando un todo que logra aparecer mezclado de fuerzas, haciendo de ellas algo que se inscribe en el tiempo. Es un hecho fundamental dentro del cine moderno porque el tiempo queda y se hace presente como algo fragmentado. Godard lo expresa en varias de sus obras que no siguen una cronología, sino que lo abre permitiendo esa cuarta frontera de la que ya hablaban los estoicos denominada expresión. Ya no hay una construcción, se crea una deconstrucción del tiempo y del discurso.

La fragmentación del tiempo hace posible la reflexión sobre el lenguaje. Dentro del filme se aprecia en varios momentos la exaltación de la tercera persona del singular se va, se termina, se aleja, se ama. El sentido de la tercera persona deja ver que en Godard además de existir una deconstrucción existe una despersonalización del Yo como centro despótico de significación. En contra de ello aparece la tercera persona, una identidad sin identidad. ¿Quién ama? ¿Quién se marcha? Queda solamente un murmullo de alguien, pero no se afirman posiciones dominantes como «Yo te amo», más bien queda ese remanente, la expresión fílmica del amor que irrumpe en un tiempo, en dos personas que bien podrían ser extraños.

Escena de «Une femme est une femme», Anna Karina a propósito del uso del lenguaje dentro de la imagen (1961).

Dentro de la reflexión sobre el tiempo y el anonimato que le da Godard al lenguaje, cabe destacar la máxima «no percibes sin ser percibido», premisa que está presente en la expresión cinematográfica citada porque en algunas imágenes-percepción se puede observar que los actores miran al espectador e incluso interactúan. Este tipo de imagen evoca la idea de la percepción entendida siempre como un ejercicio doble. No se le puede desligar de este aspecto, al mismo tiempo se puede apreciar en algunas tomas la presencia de la teatralidad. Al ser esta una comedia, surge el arrebato de algunas escenas y aparecen como grotescas, que evoca la actualización del gag del cine clásico donde la acción era la protagonista, acción exagerada. Dentro de este filme se observa tanto la imagen-acción en su esplendor como la maravilla de la imagen-percepción que introduce en la atmosfera, en la época y finalmente en el tiempo de un ser que es percibido dentro de una imagen cinematográfica.

Anna Karina y Jean Claude Brialy mostrando cómo se incluye dentro de la imagen al espectador (1961).

El manejo del lenguaje evoca la idea deleuzeana planteada en la Lógica del sentido respecto a que el lenguaje debe aprender a inventarse. Godard es uno de esos cineastas que saben inventar el lenguaje a pesar de que en ocasiones este puede ser un centro de significación cerrada. En Une femme est une femme el discurso desde el inicio articula diversos elementos que constituyen un lenguaje que va más allá de sus propias fronteras. Hay un juego con los significados y designaciones; una de ellas es la referencia al relativismo del lenguaje atribuido a cómo el orden de la estructura puede cambiar la intención y el significado de un enunciado ergo dentro del filme se hace uso de diversos lenguajes no solo del lenguaje visual, sonoro o lingüístico sino que se inventa una forma diferente de decir desde otras fronteras que no son las que solemos usar. Por ello la obra de Godard resulta ser una crítica, pero al mismo tiempo construye una nueva expresión dentro del cine moderno al transgredir los fundamentos mismos y hacer que su obra devenga un juego de creación. El lenguaje entendido como conjunto gramatical significativo es lo que falta en el cine de Godard porque hace otra cosa de este. El lenguaje en su obra es la paradoja del sentido porque siempre es una casilla vacía.

Finalmente terminar con el análisis del lenguaje dejando la reflexión sobre el sentido paradójico del mismo dentro del cine como lo plantea Deleuze: el sentido como aquello que se encuentra en los dos términos de una dualidad. Por ello, es la frontera en donde se articulan los contrarios, justo como se mencionaba al inicio.

Godard se sitúa en la frontera para su creación, no se casa con un solo tipo de creación sino que se abre a la experiencia de la oscilación, dado que el sentido es la esfera en la que el ser está situado. Es un presupuesto que se asume antes de comenzar con el ejercicio del lenguaje, por lo tanto es una parte importante dentro del cine. Se puede introducir la posibilidad de la experiencia de las palabras esotéricas que poseen un contenido y una función dentro del discurso que se manifiesta. En este filme se encuentra la esencia de dichas palabras, se crea un juego con las palabras infamme y une femme. Ahí radica la importancia del lenguaje en el cine moderno y sobre todo la naturaleza de Godard por llevar siempre sus obras hacia un contra-significado que afirma la construcción de la diferencia en la imagen-tiempo.

Escena de «Une femme est une femme», Anna Karina y la picardía  femenina (1961).

Resta por dejar una pregunta para el lector, ¿la transgresión que realiza Godard en el cine moderno como despersonalización o deconstrucción siempre es un ejercicio de crítica o al final con el transcurrir de la historia la trasgresión como parte de la creación cinematográfica deviene producto en el capitalismo? Dado que la transgresión y la despersonalización como un ejercicio de irrupción en contra de lo establecido como crítica social, dentro del arte y de la obra de Godard, son ejercicio de resistencia, pero, no terminarían siendo parte del monstruo capitalista, en donde finalmente lo que comienza como un ejercicio de quiebre termine siendo una moda dentro del sistema.


Imagen superior:  Jean Luc Godard y Ana Karina (1960).

Kenia Padilla Tufiño

Colaboradora de Revista Kalós