El cine de monstruos de la Universal III : La forma del agua y sus influencias

La forma del agua (2017)

Aunque no es tan conocida como las películas de la Universal mencionadas en el artículo anterior, La mujer y el monstruo (Jack Arnold, 1954) tiene un encanto singular dentro de las mismas, encanto que Guillermo del Toro ha recuperado en el siglo XXI con su película La forma del Agua (2017).

Del Toro afirma que uno de sus claros referentes fueron las películas de monstruos de la Universal, las cuales veía de pequeño, retransmitidas cada domingo en televisión, en blanco y negro y subtituladas. Afirma en una entrevista: «(…) la que más me impactó, cuando era pequeño, la que hizo que mi mente se abriera, fue La mujer y el monstruo. El momento en el que la criatura está nadando debajo de Julie Adams, pensé que aquello era lo más bonito que había visto en mi vida».

Ver una de las obras maestras de Guillermo Del Toro es una experiencia evasiva y, al mismo tiempo, artística. Al observar la totalidad de su obra se revela la obsesión con el romance eternamente prohibido entre la Bella y la bestia. Guillermo está enamorado de los monstruos y vive para mostrarnos, con cada fábula que teje, que nosotros, al fin y al cabo, también lo estamos.

Considerada como un cuento de hadas místico, La forma del agua se ubica en 1963 en Estados Unidos, en plena Guerra Fría. Ahí, Elisa, una empleada de la limpieza en las instalaciones del gobierno descubre a un ser que es parte de un experimento. clasificado, una criatura submarina de la que se enamora y dará su vida por sacarla de aquel lugar. En este cuento hay tanto luces como sombras, en el que personajes sin maldad conviven con monstruos con aspecto de humanos.

Fotograma La mujer y el monstruo (1954)

Fotograma de la película La forma del Agua (2017).

La cinta versa sobre la incomunicación y el aislamiento al que los seres humanos son sometidos, y a lo que cada uno esconde dentro de sí tras la fachada de impecable perfección, por momentos, la obra parece apoderarse de la ideología que contienen las pinturas de Norman Rockwell sobre el American Way of Life.

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Pintura de Norman Rockwell, Freedom from want (1943) y comparación con una escena de La forma del Agua, donde se observa un dibujo creado por el personaje de Giles.

La forma del agua es una de esas películas en las que la esencia del relato se plasma desde la primera escena, en la que una steadycam recorre el pasillo de un edificio ruinoso, pero con un encanto casi mágico, que se encuentra sumergido bajo el agua. Todavía no se sabe, pero se trata del mundo de los sueños, un lugar acogedor en el que uno está a salvo de los peligros del mundo; así se encuentra Elisa, que aparece sumergida, casi pareciendo su ambiente natural.

Del Toro, para sus obras, selecciona partes y piezas, interpretando el papel del Dr. Frankenstein; se inspira en la oscuridad de Lovecraft, el formalismo de Hitchcock, la locura de Fellini…; su paleta distintiva tiene tintes de Richard Corben, Johannes Vermeer, Edvard Munch…, por no hablar de sus adorados simbolistas: Félicien Rops, Odilon Redon, Carlos Schwabe, y Arnold Böcklin.

En el caso concreto de la película que tratamos, La forma del Agua, tiene numerosas influencias del arte y la cultura anterior: aludiendo a referentes fílmicos, el primero que nos viene a la cabeza es, La bella y la bestia (La belle et la bête, Jean Cocteau, 1946); una fábula centrada no sólo en la confrontación entre belleza y monstruosidad, sino en la aceptación del otro, de lo diferente. Esta influencia es un tema esencial en la filmografía de Del Toro, sus películas se llenan de diferentes Bellas como: Aurora en Cronos, Carlos en El espinazo del diablo, Ofelia en El laberinto del fauno y Elisa en La forma del Agua, que descubren que los auténticos «monstruos» están entre los humanos.

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La bella y la bestia, Jean Cocteau (1946).

El amor entre humanos y seres marinos tiene una larga tradición en la producción cinematográfica, pero, tal vez, una película desconocida de los años 60 pueda ser una clara inspiración de Del Toro, se trata de la película rusa El hombre anfibio (Chelovek- Amfibiya, 1962), de Vladimir Chebotaryov y Gennadi Kazansky.

Otra película que podría encajar en sus influencias es el drama ecologista Let Me Hear You Whisper (1969, Paul Zindel), en el que, otra mujer de la limpieza intenta salvarle la vida a una criatura marina. Ambientado en plena Guerra Fría, estaba inspirado en un programa secreto del ejército estadounidense que ha utilizado a mamíferos marinos en sus misiones durante décadas, debido a su extraordinaria capacidad para detectar señales acústicas.

En el ámbito literario, La señora Caliban (1982, Rachel Ingalls), un cuento sobre un ama de casa que se enamora de un gran monstruo verde llamado Larry, sería una posible influencia. Algunas referencias, más puntuales, en La forma del Agua las vemos en diferentes escenas, como la escena de la danza, claramente homenajeando el baile de Ginger Rogers y Fred Astaire.

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Imagen izquierda: El hombre anfibio (1962), Vladimir Chebotaryov y Gennadi Kazansky.
Centro: Let Me Hear You Whisper (1969), de Paul Zindel.
Derecha: La señora Caliban (1982), Rachel Ingalls.

Pero la principal fuente de inspiración, icono monstruoso desde su primera aparición, bestia anfibia de rasgos muy humanos, con gran fascinación por la belleza femenina es, sin lugar a dudas, La mujer y el monstruo (1954, Jack Arnold).

Una expedición científica viaja al Río Amazonas para investigar los restos fósiles de un desconocido animal. Una vez allí, descubrirán algo estremecedor, la presencia de una criatura, mitad pez mitad humano, que amenazará sus vidas. Así comienza la historia de La mujer y el monstruo y así se dará a conocer uno de los personajes fantásticos más célebres en la década de los cincuenta, el popularmente conocido como Gill-Man.

Se trata de una criatura proveniente del período Devónico de la Era Paleozoica. Su aislamiento evolutivo lo colocó al margen de la humanidad, sin embargo, su antropomorfismo lo vincula directamente con el hombre. Suerte de relectura del King Kong de Merian C. Cooper por su evidente fascinación hacia el género femenino y por el peligro latente de ser sustraído de su hábitat.

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Fotografías publicitarias de la película La mujer y el monstruo (1954).

Las aventuras de Gill-Man o el hombre-pez continuaron con la secuela La venganza del monstruo de la laguna negra (Revenge of the Creature, Jack Arnold, 1955) y, un año más tarde, la saga se cerraría con el filme El monstruo camina entre nosotros (The Creature Walks Among Us, John Sherwood, 1956).

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Carteles publicitarios de La venganza del monstruo de la laguna negra (1955) y El monstruo camina entre nosotros (1956).

Detrás el diseño y desarrollo del traje del Gill-Man, se esconden muchos hombres y mujeres anónimos que quedaron eclipsados por la única persona que, según dictan los títulos de crédito del inicio del film, fue el responsable de esta creación, el jefe de maquillaje Bud Westmore. Por suerte la verdadera historia se dio a conocer, hablar hoy del diseño del Gill-Man es hablar en gran medida de la artista Millicent Patrick. Patrick se basó en criaturas prehistóricas para la creación del Gill-Man.

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Millicent Patrick creadora del diseño original de Gill-man.

Muchos seguidores del monstruo de la Laguna Negra, han visto el origen de esta criatura en una posible inspiración del productor del film William Alland, a partir de los relatos del novelista norteamericano H. P. Lovecraft; creador de historias macabras, místicas e incluso oníricas, este escritor de comienzos del siglo XX, fue creador de una serie de seres extraordinarios entre los que no faltaron las criaturas marinas. Es por este motivo, que han sido muchos los que han defendido la hipótesis de la inspiración de Gill- Man en la criatura lovecraftiana de Profundo, del relato de 1931 La sombra sobre Innsmouth.

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Se representa a los «Profundos» de la novela de H. P. Lovecraft La sombra sobre Innsmouth (1931).

Aunque existe una «versión oficial» del origen de esta criatura, el productor del film reconoció en una entrevista publicada en su libro Monsters, Mutants and Heavenly Creature de 1996 que la idea de realizar una película con la presencia de una criatura mitad hombre mitad pez se originó a comienzos de los cuarenta, durante la grabación de la obra de Orson Welles Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), cuando, en una cena en casa de Welles, en la que estaban presentes William Alland, Dolores del Río y su pareja, Gabriel Figueroa, este último contó una leyenda popular mejicana que trataba de una criatura que vivía en el fondo del río Amazonas y que una vez al año, aparecía para secuestrar una doncella de una población cercana.

Sea como fuere su nacimiento, este monstruo amazónico, ha sido utilizado desde su aparición en la gran pantalla multitud de veces ya sea como secundario en otras películas. Su enorme popularidad y la potente campaña de merchandising que la Universal emprendió con Gill- Man propiciaron su aparición con posterioridad en numerosos cameos, entre los que podemos citar su aparición en la serie La familia Monster, el filme Una pandilla alucinante (The monster squad, Fred Dekker, 1987), en diferentes cómics, juegos e, incluso, en un musical del parque temático de la Universal, Creature From the Black Lagoon: The Musical.

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Imagen izquierda: La criatura como Uncle Gilbert en La Familia Monster (The munsters, 1964-1966, CBS).
Imagen central: Una pandilla alucinante (The monster squad, Fred Dekker, 1987).
Imagen derecha: La criatura representada en un comic de Archie.

En La mujer y el monstruo, el mensaje subyacente denota una falta de comprensión por parte de los humanos y una curiosidad por parte de los no humanos que ha sido malinterpretada debido al temor siempre presente en el ser humano de lo extraño y diferente. La forma del agua, sin embargo, trata de salvar ese rasgo de la humanidad al enfrentar el lado oscuro del conocimiento con las facetas más inocentes de la exploración; Elisa quiere entender a la criatura porque ve bondad en él, pero los científicos quieren explotarlo para su propio beneficio, sin importarles que sea un ser vivo cuando lo someten a sus brutales experimentos, sin duda toda una declaración de intenciones por parte de Del Toro.

La forma del agua denota claramente la afición de por vida del director por los monstruos, en concreto los de la Universal, y marginados al hacer su «Hombre Anfibio» una criatura incomprendida, relativamente inofensiva, que no es ningún tipo de amenaza para la humanidad hasta que los científicos lo convierten en una. Su protagonista, Elisa, se enamora de la criatura porque aprenden a comunicarse y a entenderse. Más que un monstruo, Del Toro creó un ser capaz de inspirar la mayor de las compasiones.

Visualizamos un gran cambio de sensibilidad hacia el tratamiento del monstruo que se ha encuadrado en el ámbito terrorífico, pero que, observando pormenorizadamente todas estas obras cinematográficas, podemos observar que el monstruo quizá no sea tan malo, y, tal vez, como Guillermo del Toro ha querido reflejar en su obra, que los auténticos «monstruos» están entre los humanos…



Imagen superior: Fotograma de La forma del agua (2017).



Lorena Badules Romero

Colaboradora de Revista Kalós