El fin del afecto – Close (2022)

Hay una escena cerca de la mitad de Close que, por su rol transitorio -y por la fuerza emocional del clímax-, puede pasar desapercibida por la mayoría de la audiencia: en el patio de juegos de la escuela, Léo, más popular que nunca, vira y se fija en Remy, su mejor amigo hasta hace poco, quien se aparta del resto tanto por imposición suya como de los otros. La cámara de Lukas Dhont (Bélgica, 1991) (que no tiene miedo a usar el primer plano cuando se necesite) se fija en el rosto de Léo y luego en Remy, creando la ilusión de que ambos se están mirando al mismo tiempo, emulando la embarazosa sensación que se tiene cuando uno cruza la mirada con otro sin quererlo, sobre todo después del conflicto. 

Esta escena dice mucho. Manifiesta la enorme distancia entre un chico y otro, y la culpa e impotencia que se producen a partir de esta. La distancia, vista en el film y en esta escena, es particularmente paradójica: es una distancia artificial, creada forzosamente por los personajes (dado que están físicamente cerca), y que, además, solo puede formarse entre dos personas que han tenido un vínculo único e irremplazable. Un vínculo que, lamentablemente, por decisión propia y ajena, ya no puede ser el mismo. 

La película contiene muchas escenas así: personajes que se dicen mucho mediante el gesto, el tacto o cualquier otra manifestación no verbal de reconocimiento y afecto. Eso parece ser el núcleo de la relación entre Léo y Remy: es poco lo que se habla entre uno y otro, pero siempre parece que los dos se están diciendo algo

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Gustav de Waele en Close

Pensemos en la escena que marca el quiebre de su relación: Léo decide que Remy ya no puede dormir en la misma cama que él, pero, a pesar de sus quejas, Remy lo hace. Miremos la importancia del ritual y el gesto: Remy quiere afianzar su vínculo al cumplirlo, Léo quiere establecer una distancia a partir de rechazarlo. Ese parece ser el modus operandi entre ambos: esta suerte de tira y afloja permanente, en el que uno se afianza a lo que han construido por tanto tiempo y otro decide deshacerlo todo, para alejarse lo más que se pueda. 

Queda claro, hasta este punto, de qué va el film. Esta es la historia de un vínculo y su aparente quiebre. La clave está en la amistad entre Léo y Remy, que se verá afectada irremediablemente cuando el primero decida rechazarle y empezar una nueva rutina sin él. 

Estamos, por supuesto, ante una tragedia, en la medida que el film se empeña en hacernos creer que el vínculo entre ambos chicos es particularmente intenso y valioso: la cámara se enfoca en los rituales, confidencias, juegos y acuerdos entre ambos; aquellos símbolos y acciones en concreto que componen -y reafirman- su amistad. Uno suele quedarse a dormir en casa del otro. Van juntos en bicicleta a todas partes. No les molesta -sino todo lo contrario- dormir en la misma cama, casi abrazados. Léo y Remy han construido un mundo solo para los dos: han aceptado una serie de normas implícitas, han establecido un tipo de confianza único y, a partir de la repetición y la imitación, han establecido un lenguaje propio, una forma de comunicarse que nadie más podría entender. El film enfoca su relación sin caer en el sentimentalismo ni forzar interpretaciones: su amistad es creíble y, más que creíble, deseable. 

La propuesta de Lukas Dhont  (a partir de un guion escrito en colaboración con Angelo Tijssens) no busca establecer algún tipo de lección moral. Al inicio del conflicto, una vez que su vínculo es cuestionado por los otros chicos, queda claro que cualquiera de los dos podría ser el que abandona el otro, sobre todo porque ambos tienen muy buenas razones para no hacerlo. Aun así, una vez que Léo decide dejar a Remy, ambas personalidades quedan mucho más claras: Léo todavía no encuentra su lugar en el mundo y no tiene muy claro quién es; Remy parece sí saberlo y hallar su lugar, pero parece que el mundo no está dispuesto a aceptarle así. No parece coincidencia, entonces, que sea Léo quien rompa el vínculo y que sea el que se quede con la audiencia hasta el final del film. Su indecisión y ambigüedad es lo que le hacen vulnerable y, por eso, el protagonista. 

Es una película que evoca sentimientos universales y que lo relaciona muy cuidadosamente con lo particular de su historia. Todos nos enfrentamos al rechazo en la escuela -y en el afecto-, pero ninguna relación se parece -o no tanto- al tipo de vínculo que han construido los dos protagonistas. 

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Fotograma de Close

Hay algo de etnográfico en la propuesta, además, sobre todo por cómo se deja que la cámara flote en el colegio, filmando a los niños en su rutina, mostrando el tipo de alianzas y prejuicios sociales que se establecen. También es una etnografía del afecto (lo que comparte con otra maravillosa cinta del 2022, The Quiet Girl) en tanto el film disecciona cada mirada y cada expresión que construye, en su conjunto, un sistema afectivo que produce bienestar en otro. Aquí es clave la selección de actores. Léo y Remy están bien escritos, pero mucho mejor actuados: al estar juntos sonríen y se miran como si siempre se hubiesen conocido. 

Me pregunto por qué Dhont y Tijssens eligieron enfocarse en la preadolescencia (¿quizás querían una versión sanitizada de Banshees of Inisherin?) y, sobre todo, en niños en general. Quizás se trata de construir una interesante paradoja: el vínculo entre Léo y Remy parece mucho más intenso que el promedio, lo que demuestra que ese tipo de afecto no requiera de tanto tiempo o madurez para ser expresado. Quizás se trate de una suerte de experimento psicológico: ¿cómo puede afrontar un niño el abandono y la tragedia si todavía no tiene claro qué significan? Eso consigue que, de alguna manera, el film sea incluso más devastador, sobre todo si consideramos que los efectos de la tragedia serán duraderos en el tiempo: nada de lo que haga Léo podrá hacer que sus acciones sean olvidadas, al menos, por él mismo. Quizás se trate de una elección creativamente astuta: una historia así, de ambigüedades y silencios, tiene mucho más sentido en niños: los niños escuchan más de lo que hablan y, por tanto, pueden terminar conviviendo con más culpa de lo que deberían. Ese parecer, evidentemente, el final de Léo en el film. 

Es casi imposible discutir sobre Close sin hacer spoilers. Así que aquí vienen. Es difícil obviar los giros de la trama porque Dhont parece estar interesado en otra película cuando da su revelación: no solo borra a uno de los protagonistas de escena, sino que también cambia por completo el tema: ya no es un film sobre una amistad que va mal, sino sobre la culpa que tiene un niño por la muerte de otro. 

Al inicio tuve mis reservas. El film estaba funcionando bastante bien con los dos (sobre todo con Gustav de Waele, que hace de Remy y que ya no sale más) y el giro puede parecer algo forzado: ya en Girl (2018) Dhont arriesgó (y empeoró) su film al hacer que la protagonista adolescente cometa un acto horrible contra ella misma solo para forzar el drama de su propuesta. No sé si me creo la decisión de Remy de suicidarse, sobre todo en ese momento del film. 

Pero puede que, en el fondo, sea razonable (dada la falta de un mejor término). Perder al único otro que se siente como uno (y de forma imprevista y sin explicaciones) puede implicar un tipo de sufrimiento incomparable que, a pesar de lo que hagas, va a seguir doliendo. 

En ese sentido, el giro del film sí es valioso, porque fuerza a examinar las consecuencias del afecto: el afecto, sobre todo el intenso, se traduce en culpa, represión, dolor. Léo no quiere sentir dolor. Pero no parece tener otras opciones. Por más que se reprime, Léo sigue gravitando en torno a Remy: vuelve a su casa, visita su habitación vacía, habla con su madre, confiesa su culpa y trata de llorar la muerte de su amigo una vez que puede entender lo que implica haberlo perdido. Y, como en el resto del film, el pesar de Léo se filma con infinita sensibilidad. Quizás Close no es la única película que pudo haber salido de esta premisa (y no queda claro si la mejor) pero el resultado final es demasiado sobrecogedor (y, a su forma, bello) como para no darle crédito. 

Close funciona porque no intenta nada más de lo que debería. No da respuestas a los dos misterios centrales del film (el alejamiento de Léo y el suicidio de Remy) pero ofrece, a su modo, un muy emotivo relato sobre el valor del afecto y la ruptura, una historia que ilumina a la audiencia con su honestidad y tacto. ¿No son así los mejores amigos? 

Imagen superior: Portada de Close

Mauricio Jarufe Caballero

Colaborador de Revista Kalós