El escritor Francisco Álvarez Koki (A Guarda, 1957) comparte con nosotres unas palabras en torno a su faceta como literato, animador cultural y acérrimo defensor de la cultura gallega en Nueva York, ciudad donde reside. Nos acompañan algunos de los versos de Sombra de Luna (2015), publicados por este poeta sin filtros que se ha labrado un fructífero camino ajeno al qué dirán «porque tengo la alegría de la vida y el duende», tal y como nos confiesa antes de la entrevista.
La taza de café
Se rompió, se hizo añicos,
yo lo vi temblando de miedo
desde la altura de su universo.
De pronto me di cuenta:
sus lagrimones de café
se esparcieron en la noche,
y lo negro fue cobre,
y el grito fue bamba.
Tartamudeó el silencio,
desde lejos vi la escena,
vi pedazos hermosos
de albas sobre la arena,
un pecho que siente y ama.
Se rasguearon versos en el aire
en fiesta de aquelarre.
Esta noche soñaré con un gato negro
mientras tomo café
debajo de la almohada.
Sombra de Luna, Francisco Álvarez Koki (2015, Pigmalión).
Francisco Álvarez Koki.
Quisiera comenzar preguntándote sobre los orígenes de tu vocación creativa.
El poeta nace, no se hace. Por lo tanto, mis recuerdos a la creación literaria, me llevan a la infancia, donde mis primeros dolores del alma los curaba con la poesía.
Como escritor partías de la poesía, pero más adelante has transitado también por la narrativa. Háblanos un poco sobre ambas facetas, ¿cómo se han ido desarrollando?
Siempre me voy a considerar poeta, pero hubo un momento en mi vida en que necesité escribir en prosa, el problema de la lengua. En Nueva York, me pareció terrible que los emigrantes gallegos no enseñasen su propio idioma a sus hijos. Entonces escribí Un niño en la emigración, un cuento para niños que hablaba sobre esa problemática. Más tarde escribí un libro de relatos: Ratas en Manhattan. Tenía que contar la cara B del sueño americano.
Cuentas con numerosas publicaciones tanto en gallego como en castellano. ¿Cómo te decantas por una lengua u otra en tus obras?
Creo que la circunstancia de recibir una educación en castellano en la escuela influyó en la escritura. La emigración a Nueva York, el contacto con los poetas hispanos y la participación con ellos en lecturas, acrecentó el uso del castellano. Pero tanto en mi casa con mi esposa e hijo, es siempre en gallego, sea en Galicia o en Nueva York. Nunca podría dejar de escribir en gallego.
¿Cuál sería tu producción literaria preferida?
Es muy difícil, preguntar a un padre, cuál es su hijo preferido.
¿Qué ha supuesto para ti y tu faceta creativa la vida en Estados Unidos, y qué motivo tu partida?
Emigré a Estados Unidos, al poco tiempo de casarme, el motivo fue la falta de trabajo y también la desgracia de tener en España una clase de empresariado que nos chupa la sangre. No olvidemos que en España inventamos la picaresca.
¿Te sientes reflejado en las experiencias y creaciones de otros escritores españoles que hicieron tu mismo viaje? ¿Hay alguno que te represente particularmente?
Creo que la mayoría de los escritores que han pasado por Nueva York vienen del mundo académico. Enseñan en buenas universidades. Yo soy un obrero que escribe. Estuve con mi familia cinco años ilegal y empecé mi vida en Nueva York lavando platos. También sé que nunca escribiría igual sin la aventura americana. Muchos de esos escritores escriben sobre Nueva York, pero ninguno le ha visto el alma.
Tengo entendido que actualmente estás coordinando una antología de poetas hispanos en Nueva York, ¿qué supone para ti este trabajo? ¿Cómo encajas tu faceta de editor?
Yo soy de los que piensan, que cada determinado tiempo, hay que dejar una huella para que los que vengan atrás sepan lo que hubo antes. Las antologías son necesarias porque marcan un tiempo.
Cuéntanos un poco acerca de tu motivación para fundar el colectivo Celso Emilio Ferreiro, homenajeando al poeta gallego. ¿Echabas en falta algún centro dedicado a la difusión de la cultura gallega? ¿Qué papel crees que ocupa actualmente en nuestra sociedad?
Cuando llego a Nueva York, busco el acercamiento a mi comunidad.
Ante la ausencia cultural y la falta de entendimiento con ellos, tuve que reinventarme con otros paisanos que pensaban como yo. Creo que el papel de las sociedades en la emigración, debería ser más importante de lo que son.
¿Qué tipo de público crees que consume principalmente tu literatura? ¿Cómo percibes a tus lectores?
Tengo dos variantes en mi creación literaria, La poesía amorosa, que es la que mejor se ha vendido, y la poesía social, que es muy representativa de mi manera de ser y pensar.
Por otra parte, ¿crees que a los españoles les cuesta subirse al carro de los lectores?
Es una respuesta difícil. Hoy lo tenemos todo, incluida la educación. Antes lo soñaban todo. Antes del 39, podías hablar con un albañil o con un campesino de Lorca o de Antonio Machado. Hoy con muchos universitarios no puedes hacerlo.
¿Y qué hay de ti? Respecto a tu faceta como lector, ¿con qué géneros o títulos has disfrutado más?
He leído a los clásicos, desde Homero hasta García Márquez. De todos ellos he aprendido mucho. Mi condición de autodidacta es el reflejo de lo que leo por eso, escritores como José Saramago, Eduardo Galeano, Benedetti, Miguel Hernández o Alberti me han servido de mucho.
¿Qué piensas del apoyo a la lectoescritura que se ofrece por parte de las políticas públicas institucionales?
A pesar de que existen los medios no hay una preocupación cultural. A los gobiernos de turno les interesa más una masa ignorante. Circo y pan
Tenemos que pensar que los que están dirigiendo la cultura, muchas veces no son cultos, ni entienden de cultura, simplemente están ahí por un dedo político. Yo personalmente le escribí dos correos al director general del Instituto Cervantes y nunca me contestó. Claro, soy un obrero que escribe poesía.
Imagino que por tu prolijidad tendrás muchas ideas pendientes en el tintero. ¿Puedes revelarnos algo acerca de tus proyectos venideros?
Tengo alguna obra de creación literaria en imprenta que algunas editoriales esperan sacar a la luz. La dichosa pandemia no deja cumplir ciertos sueños. Otros proyectos tendrán que esperar.
Finalizamos preguntándote por tu percepción sobre el panorama cultural actual.
Se necesita ser muy soñador y provocar al duende cada día. Creo que faltan más suplementos de cultura en los periódicos y más revistas culturales.
Canción de cuna para un cocinero
A Domenico Laera, chef de cocina
Entre platos y cacerolas
se te van yendo los días,
con las ausencias todas
y las tristes alegrías.
Tienes albas de cebollas y ajos
bailando por la cocina,
al son de los estropajos
y al ritmo de la sardina.
El ronroneo del fuego primero
hecho cantar de cuna
por la voz del cocinero
a la sombra de la Luna.
Sombra de Luna, Francisco Álvarez Koki (2015, Pigmalión).