Intelectualidad divergente. Las últimas novedades de Sally Rooney y Jeroen Olyslaegers

En este recién abandonado 2018 se publicaron dos novelas con una gran acogida entre el mundillo literario, Conversaciones entre amigos, de la escritora irlandesa Sally Rooney, y Voluntad, del autor belga Jeroen Olyslaegers. Ambas fueron recibidas con gran expectación por críticos y lectores atraídos por las buenas referencias, las cuales habían precedido a su definitiva publicación en castellano. Aunque se traten de dos historias desplegadas en dos marcos tan diferentes como la segunda década del siglo XXI (en el caso de Rooney) y la Segunda Guerra Mundial (en Voluntad de Olyslaegers), los personajes, y las propias narrativas, guardan muchas similitudes a pesar de la  distancia manifiesta de sus contextos que les obligan a reaccionar frente a su propia ambigüedad, uno de los, entre otros, principales rasgos que definen a los protagonistas.

Toda comparación suele resultar odiosa y más en un ámbito como el literario donde la crítica resulta realmente fácil al no encontrar el mismo tacto o delicadeza que nos proporcione algún alivio o nos haga sentir menos solos. Por ello, no se trata de hacer una equiparación crítica barata acerca de lo que una historia ha sido capaz de ofrecer en detrimento de la otra, sino, mas bien, esbozar las líneas comunes de unos personajes retratados en su acción y desarrollo como elementos centrales del propio sentido de la narración.

En estos ejemplos concretos los autores juegan con la imprecisión a la hora de integrar las acciones que van teniendo lugar durante la narrativa, no se trata de concebir las decisiones de los personajes en términos de juicios morales absolutos, sino, mas bien, aprovechar su relativismo moral como prueba de los límites de su propia capacidad de actuación, dejando las valoraciones personales a los lectores. Entendido de esta manera, la libertad de los personajes se convierte en un campo de pruebas de su propia implicación y responsabilidad que desarrollan posteriormente durante la obra.

En Conversaciones entre amigos la protagonista, Frances, se mueve en un entorno marcado por temas intelectuales y discusiones profundas que tratan de analizar vagamente una realidad ajena, sin embargo, estas discusiones acerca de temas filosóficos no son más que un reflejo hipócrita de unos personajes que se muestran realmente superficiales frente a unos problemas que despiertan un interés hueco. Dentro de esa tesitura se encierra la idealización de unos carácteres que instrumentalizan un racionalismo diseñado para discusiones complejas. Rooney juega con la diferencia social de la protagonista y el resto de personajes, ya que ella viene de una familia humilde en la cual el padre tiene problemas con el alcohol, por su parte, los demás protagonistas provienen de entornos sociales mas privilegiados. Aunque esto no significa un impedimento para que los personajes interactúen o muestren un clasismo manifiesto, debido a que todos se mueven en un ambiente de inspiración bohemio e intelectual, tras el que se soterra una cierta frivolidad.

La destreza de la narración de Rooney se revela al introducir personajes con cuestiones interiores tan contradictorias, pero, especialmente se hace valer en las imágenes que va mostrándonos la protagonista durante las diferentes escenas que nos presenta el relato, en la cual cada una de ellas nos muestra como se va tejiendo una complicada y ambigua historia de amor, distanciándose de un discurso capitalizado para volver en forma de actos que corresponden con un pensamiento realmente cínico por parte de los personajes. En otras palabras, la autora tiene la capacidad de captar la esencia psicológica de unas actitudes comunes en la posmodernidad donde las ideas también pueden convertirse en ese objeto vago capaz de fabricar un amor platónico, idealizado y ajeno a la realidad, el último testimonio escéptico contra las apariencias .

En Voluntad se recogen los recuerdos de un anciano durante la ocupación alemana de Bélgica en la Segunda Guerra Mundial. Este protagonista, al igual que la de Rooney, presenta sus vivencias en primera persona, una técnica que permite una mayor fertilidad para la fabulación personal y subjetivización de la experiencia. Dicho anciano, debe sobrevivir prestando sus servicios como auxiliar de policía al servicio del gobierno colaboracionista mientras sueña con hacer carrera  como poeta, una intención artística que, prácticamente, se convierte en un desdoblamiento de su personalidad al tener que hacer frente a la realidad de sus actuaciones como policía.

Por ello, su   aspiración inicial se transforma en un escape ante el cerco que le imponen sus propios actos y su gradual transformación en un policía alienado, sujeto a cumplir una tarea ajena. Esta es una de las semejanzas que comparte con la novela de Rooney, la capitalización de la cultura como elemento capaz de blanquear actitudes desde un punto de vista subjetivo, es decir, el uso de todo su repertorio intelectual para usarlo como máscara o filtro de sus propias acciones o decisiones. Una gran reflexión a la hora de construir al actor principal de la historia por parte de Olyslaegers, ya que lo utiliza como recurso narrativo para proyectar todo el cambio que se va produciendo en su interior.

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Portada de Voluntad, de Jeroen Olyslaegers.

Pese a la evidente distancia que separan ambas narrativas, los contextos de sus vivencias se presentan como pruebas tácitas de su  propio desempeño vital, si bien en Voluntad todo se ve envuelto por una situación de guerra donde los valores morales de la vieja Europa se encuentran en ruinas, en Conversaciones entre amigos se recoge la inconsistencia de ciertas narrativas ante la evidente duda de la posibilidad de poder experimentar un amor romántico desligado de todo interés pasajero en los tiempos de la tardomodernidad. Por ello uno de los principales rasgos que inspiran como motor de la acción es la disyunción entre la idealización de un imaginario colectivo que se autoperpetua en las ensoñaciones propias y luego la auténtica experiencia tangible recogida en las vivencias del propio cuerpo, es decir, el impacto de los decisiones de los personajes tiene un reflejo en su cuerpo a modo de retribución. No obstante, la percepción del cuerpo es tan difusa como la situación tan lejana de sus historias y las decisiones que revelan el mundo interior de los protagonistas. Si bien en Voluntad  el protagonista es un antihéroe vendido al uso de la violencia, en Conversaciones se trata de una estudiante cuyo origen es distinto dentro de los entornos en los que empieza a moverse, además de una enfermedad que convierte su historia en un carrusel de altibajos donde el cuerpo se convierte en el principal guía de la experiencia y reflexión.

Una de las cosas que distingue a sendos relatos es cómo se manifiesta la ambigüedad dentro de la historia; en dicha ambigüedad tiene un poso más moral al ignorar sus protagonistas la implicación de la libertad que ignoran u obvian, donde no hay límites claros ni definidos más allá de tener que cumplir una función social a cualquier coste: en Voluntad, actuar como ayudante de policía al servicio de un estado ilegitimo y amoral; en Conversaciones la ambigüedad se traslada a unas relaciones interpersonales poco definidas, aprovechadas con la intención de satisfacer el vacío que envuelve a los personajes dentro de un discurso ajustado. En la novela de Rooney la protagonista se enfrenta a las consecuencias de una aventura como evasión ante los problemas que la acosan en el día a día; en Voluntad  Wilfred Wils, el protagonista, soñador de su propia realidad, sin salida clara  para su futuro usa sus dotes como poeta para dar cabida a un extraño alter ego lírico  que funciona como una sombra de su conciencia, la cual atiza su existencia.

Aunque sin duda algo que manejan con maestría ambas narrativas y que sirve como conducción para su historia es el retrato psicológico de los diferentes personajes, muy acertado para conseguir captar el ambiente de cada historia, Conversaciones se centra en las vicisitudes del amor mientras que Voluntad recoge las vivencias en un medio estricto y represor, marcado por la violencia; las dos caras de un mismo problema manifestadas de manera distinta por las condiciones a las que deben afrontar dentro del desarrollo de su propia historia. El latido de Voluntad es la supervivencia, en Conversaciones es el fin de la inocencia y autodescubrimiento de los límites de  la  idealización romántica. En cierto sentido, ambos protagonistas se desenvuelven en un entorno incierto de que se convierten en presos debido a su inseguridad, se desenvuelven un conflicto en dos planos diferentes; uno, interior, que implica un juicio neurótico constante sobre su persona; otro, exterior, incapaces de resolver los problemas que les atormentan todo se convierte en una fuga caótica de esa tensión en violencia y sexo constituyendo un relato significativo de unos personajes frágiles empujados a situaciones que los ponen a prueba.        

 

 

Imagen superior: Ilustración de la portada de Conversaciones entre amigos, de Sally Rooney.

 

 

 

Eduardo Martín Doñate

Colaborador de la Revista Kalós