La literatura vista a través de la cámara de Daniel Mordzinski

Daniel Mordzinski

Corín Tellado sobre un columpio frágil y viejo. Carlos Saura frente a un intenso foco de luz, transmitiendo verdad. Sabina y Serrat riendo, con un comportamiento distendido y los pies descalzos, sobre una hamaca. O el poderoso reflejo, mirándonos directamente, de Samanta Schweblin. Estos retratos son solo una pequeña muestra de todos los que podéis ver en Objetivo Mordzinski: Un viaje al corazón de la literatura hispanoamericana. Exposición que se encuentra situada en IAACC Pablo Serrano hasta el 10 de marzo.

Objetivo Mordzinski es una acercamiento, en forma de fotografías, a la creación literaria hispanoamericana, realizado a través de los ojos del artista argentino Daniel Mordzinski, quien trabaja retratando escritores desde hace más de tres décadas. Su producción se basa en publicaciones fotográficas sobre la literatura especialmente sobre las letras en lengua hispana.

La exhibición, integrada por 240 fotografías en su mayoría inéditas y de nueva producción, es un alarde de personajes literarios, de caras conocidas por sus letras, de personas que son arte. Todo este proyecto, a mi parecer, es un pretexto que forma parte de otro más grande: el de poner rostro, en el imaginario colectivo, a las letras, a la cultura. En una época inundada por el audiovisual pareces no ser nada si visualmente nadie sabe cómo eres físicamente. Mordzinski zanja con un disparo de cámara todo este asunto.

Las fotografías del artista nos muestran una realidad literaria viva, dinámica y variada. No representa a sus protagonistas de manera homogénea sino que las actitudes son distintas, imaginativas y sorprendentes. Conforme pasan los años podemos observar que su modo de hacer detrás de la cámara varía. Donde al principio expone unos personajes serios y sobre un fondo neutro negro, al final, es decir en los últimos años, dichos personajes son retratados en actitudes relajadas y divertidas.

Mordzinski saca a sus retratados de su zona de confort -esa que está ahora tanto de moda- generando, de esta manera, una cercanía casi hogareña con los espectadores que visionamos su obra. El gran colorido que inunda las imágenes, los juegos de encuadres y perspectiva o incluso los primeros planos sugerentes como el de Mayra Santos-Febres atraen al espectador a un juego en el que la comodidad está muy presente.

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Pequeña muestra de la exposición

Su “truco” para llegar a esa tranquilidad y cercanía se basa en que sus creaciones fotográficas son espontáneas, intenta no hacer caer a sus retratados en el ridículo y no invierte más de 20 minutos en cada una de ellas.

No tengo fórmulas ni recetas: cada fotografía es un viaje a lo desconocido en el que factores imprevisibles pueden modelar e influenciar el encuentro».

Daniel Mordzinski

Mordzinski se siente más a gusto en los exteriores que en un estudio de fotografía, y asume que «Mi metodología consiste en la falta de metodología. (…)No se puede fotografiar de la misma manera a García Márquez que a Corín Tellado

Siempre pide, de ser posible, fotografiar a los autores en sus propias casas, allí comienza con su «desestabilización», les pide un café y comienza a conversar con ellos. Cuando los escritores se comienzan a preguntar cuándo les tomará una fotografía, Mordzinski la realiza sin que se den cuenta.

Todo esto está muy bien, pero en ciertas ocasiones no funciona y puede caer en el excentricismo del instante buscado. Por ejemplo, me sitúo frente a la imagen de Vargas Llosa que se muestra tumbado sobre su propio costado en una cama, tapado con una especie de edredón, escribiendo acompañado por una vela encendida. Esta imagen me produce rechazo e incluso puedo tildar al escritor de majadero ¿Qué hace, de esa guisa, Llosa? Por otro lado, Pérez Reverte en una instantánea en la que aparece de espaldas con la cabeza ladeada mirándonos fijamente y sonriendo podría ser la viva imagen de un ególatra. Me da escalofríos.

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Mario Vargas Llosa por Daniel Mordzinski

En cambio, la fotografía de Gabriel García Márquez sentado sobre su cama frente a una ventana, huyéndonos la mirada directa, me relaja, me transmite calidez y es una actitud realista. Ojo, con ello no quiero decir que tenga que creerme yo las imágenes, sabemos que todas han sido previamente “preparadas” pero ¿Llosa en una cama con una vela? No.

Todos estos sentimientos encontrados no son más que una buenísima excusa para que se acerquen y recorran la muestra. Déjense llevar. Descubrirán escritores, pondrán cara a aquellos que, para ustedes, todavía no la tenían y entenderán ese universo del «artisteo» tan especial, exclusivo y personal.

Imagen superior: Imagen que da la bienvenida a la exposición.

Pamela Tomás

Redactora de la Revista Kalós