La Historia del Arte nos ofrece en ocasiones capítulos de difícil lectura, por el carácter inconexo de los elementos que componen su discurso, circunstancia debida en parte a que el arte ha sido una herramienta poderosa, utilizada y censurada a su antojo por las élites políticas. Hace unos meses, preparando las prácticas del Máster de Profesorado, me propusieron diseñar actividades que sirviesen a los alumnos de cuarto de la ESO para comprender el arte de las vanguardias históricas.
El arte se encuentra completamente marginado en el sistema educativo, no solamente en Bachillerato, sino también en la Educación Secundaria Obligatoria. Los contenidos artísticos que deberían impartirse en las clases de Geografía e Historia, frecuentemente se reducen a la ilustración del libro de texto con cuadros bonitos, y los adolescentes terminan la enseñanza obligatoria sin tener unas nociones básicas de arte.
Sin embargo, y aquí mi formación como historiador del arte quizás me juegue una mala pasada, me aventuro a decir que las obras de arte son los documentos más valiosos del hombre para construir el relato del pasado y que además de albergar ese valor documental, las obras de arte pueden desempeñar un papel fundamental en la educación en valores, al narrar mediante sus lenguajes simbólicos, la intención de su autor, en muchas ocasiones reivindicativa cuando se trata de arte contemporáneo.
Existe un episodio que siempre me ha llamado la atención dentro de la Historia del Arte de las vanguardias, y fue la Exposición de Arte Degenerado de Múnich, de 1937. Intento explicarla en unas líneas. Dentro del programa propagandístico ideado por el nazismo, se encontraba el propósito de anular cualquier manifestación artística de vanguardia, defendiendo la validez única del arte nacionalsocialista (cuyo estilo clásico propugnaba los valores del régimen a través de la estética). Las obras de arte fauvistas, expresionistas, cubistas, dadaístas, surrealistas o abstractas, fueron catalogadas de entartete kunst, arte degenerado.
Refrésquese… y El Sol Rojo (1973), collage de Pedro Manrique Figueroa
En julio de 1937 tuvo lugar la inauguración en Múnich de una exposición así titulada, en la que las obras de representantes de los movimientos anteriormente citados, como Franz Marc, Kandinsky, Kirchner, fueron puestas en paralelo a pinturas realizadas por enfermos mentales recluidos en sanatorios. El artista encargado de seleccionar las obras expuestas fue Adolf Ziegler, pintor favorito de Hitler. Recorrió los museos alemanes realizando una selección de 650 obras, demostrando el desprecio que el régimen nacionalsocialista manifestaba ante el arte de vanguardia. Para completar este ejercicio de propaganda, en la Haus der Kunst de Múnich se organizó una muestra titulada Große deutsche Kunstausstellung (La gran exposición de arte alemán), en la que pudieron verse obras de artistas como Adolf Wissel o Arno Breker, los preferidos del nazismo. Los temas de esta muestra eran los de felices familias alemanas, soldados victoriosos, bucólicos paisajes germánicos, y jóvenes semidesnudos mostrando la supuesta superioridad de la raza aria.
Para crear una oposición clara entre ambas exposiciones, la de arte degenerado mostraba las obras desordenadas, los cuadros apilados, torcidos con grafitis que insultaban a las pinturas y a sus autores. Frente a ello, la gran exposición de arte alemán exponía sus piezas con orden y pulcritud. Curiosamente, la de arte degenerado superó totalmente en sus dos millones de visitas a la de arte nacionalsocialista.
Buscando imágenes sobre esta exposición, localicé la guía de la muestra, traducida al español por un artista colombiano llamado Pedro Manrique Figueroa. En realidad, se trata de una obra de arte que podría tener un gran valor para explicar a los alumnos el arte de las vanguardias y el contexto de represión y supresión de las libertades en la Alemania de los años anteriores al estallido de la II Guerra Mundial. Tras la lectura de la guía en el aula, podrían surgir cuestiones como: ¿Por qué consideró el nazismo a estas obras como arte degenerado? ¿Qué lenguaje se utiliza en los textos de la guía? ¿Por qué la exposición de Arte Degenerado fue mucho más visitada que la de Arte Alemán?
Fragmentos de la Guía de la Exposición de Arte Degenerado de 1937, 1980, P. Manrique Figueroa.
Y también, en un nivel de lectura, motivar a los alumnos a investigar sobre el autor de la guía traducida. Esta segunda búsqueda alberga un reto mucho mayor, el de desentrañar la personalidad de este creador, no tanto olvidada como silenciada por las instituciones colombianas de los 80 y los 90. Las escasas publicaciones sobre el «padre del collage en Colombia», ni siquiera se ponen de acuerdo acerca de su fecha de nacimiento.
Se supone que nació en la localidad de Coachí, a 40 kilómetros de Bogotá, en 1929. Trabajó en el tranvía de Bogotá pegando carteles publicitarios. Durante los años 60 y 70 desarrolló una intensa producción artística a través del collage, lo que él llamaba de forma cariñosa como “pegotes”. Fue cofundador de la ACA (Asociación Comunista de Artistas), luchando contra el cierre de la transgresora Facultad de Bellas Artes de la Universidad de los Andes. Del mismo modo, sus collages fueron muy críticos con la intromisión de Estados Unidos en las políticas colombianas, así como con el que sería la mayor problemática del país durante los 80: el narcotráfico. Una década antes se había fundado en Colombia el grupo de guerrilla M-19, creado por estudiantes universitarios que a través de la lucha armada pretendían instaurar una república democrática en el país.
Pedro Manrique Figueroa hizo su traducción de la guía de la exposición de arte degenerado, en 1980, con el objetivo de repartirla en los Salones Regionales de Artistas. En 1972 había sido rechazado del XXIII Salón Nacional de Artistas de Colombia. Tenía la intención de dedicar la guía de Arte Degenerado al entonces presidente Julio César Turbay, sin embargo, la obra nunca llegó a Litográficas Medellín de Bogotá. Manrique desapareció, y su final viene apuntado en la edición que en 2008 se hizo de la guía desde el Ministerio de Cultura de Colombia y la Fundación Gilberto Alzate Avendaño:
El proyecto no se llevó a cabo, Pedro Manrique Figueroa desapareció —algunos dicen haberlo visto entrar a las «Caballerizas de Usaquén» que formaban parte de la Escuela de Caballería del Ejército en el Cantón Norte en Bogotá y que se hicieron célebres a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta por ser centros de tortura, durante los procesos de investigación y judiciales contra el Movimiento guerrillero 19 de Abril (M-19) y donde también, en 1985, durante el gobierno de Belisario Betancur, fueron llevadas algunas personas sospechosas de participar en la toma del Palacio de Justicia en Bogotá que hizo el mismo grupo guerrillero.
En 2007 el director Luis Ospina dedicó un largometraje documental a la vida de Pedro Manrique Figueroa, titulado Un tigre de papel. En ella se hace un recorrido por la biografía del artista desde 1934 hasta 1981, momento en el que desapareció de la escena cultural colombiana.
Concluyendo este breve ensayo, la guía de la exposición de Arte Degenerado posee en sí misma el doble valor de hablarnos directamente de la represión llevada a cabo en dos épocas distintas, de la supresión de libertades y del escaso valor de la vida en los regímenes no democráticos. El conocer la historia de la Exposición de Arte Degenerado de Múnich de 1937 y el relato silenciado de la vida de Pedro Manrique Figueroa, considero que aporta una visión mucho más clara del nacionalsocialismo y de la historia contemporánea de América Latina que la de cualquier texto histórico.